Estimadas lectoras y lectores, les comparto mi nuevo video sobre cómo el partido mexicano de izquierda, llamado MORENA, se está rápidamente yendo hacia la derecha. Muchas gracias por su atención https://www.youtube.com/watch?v=gAjdLwLSqvU
Nuevo video sobre que MORENA es el nuevo PRI
Sumiteru Taniguchi sobrevivió al terrible ataque atómico de Nagasaki
Sumiteru Taniguchi sobrevivió al terrible ataque atómico de Nagasaki
Por Adán Salgado Andrade
Una de las peores infamias bélicas cometidas por Estados Unidos fue la de haber creado una bomba atómica y, por la necesidad de probar los dos modelos que Robert Oppenheimer (1904-1967) inventó, durante el proyecto Manhattan, haber bombardeado con los dos a un Japón que ya estaba casi derrotado. Una innecesaria acción de la que el mismo Oppenheimer se arrepintió el resto de su vida, tanto por la infernal invención así como por el depravado bombardeo (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2014/12/dia-de-la-trinidad-el-nacimiento-de-la.html).
En el libro “La Campana de Nagasaki” (Editorial Oberón, 1956), se dan testimonios del terror que experimentaron los sobrevivientes, antes y después del estallido nuclear. Fue escrito por el doctor Paulo Takashi Nagai, uno de tales sobrevivientes, quien a los pocos años, en 1951, también moriría a causa de la leucemia ocasionada por estar en contacto con las nubes y los enfermos radioactivos. El título se debe a que la campana de la catedral de Urakami fue desprendida violentamente, por la explosión, de su atrio, pero fue hallada en perfectas condiciones por un grupo de personas que la colocaron de nuevo en su sitio y usaron su tañido como esperanzadora energía para seguir adelante (posiblemente el tesón de los japoneses, los impulsó a continuar viviendo y reconstruir todas sus arrasadas ciudades).
Justo en el 80 aniversario, en el 2025, se hicieron repicar las campanas gemelas de dicha catedral, recordando el dantesco suceso. Se reunieron varios de los sobrevivientes que, se estima, todavía hay alrededor de 99,130, con una edad promedio de 85 años, muchos de los cuales muestran los efectos corporales y en su salud que ese, como dije, innecesario, infame evento, les dejó (ver: https://www.jornada.com.mx/2025/08/10/mundo/018n1mun).
Uno de tales sobrevivientes fue el señor Sumiteru Taniguchi (1929-2017), quien milagrosamente sobrevivió al ataque, el que lo alcanzó cuando él circulaba en su bicicleta, a los 16 años, a unos 1,800 metros del hipocentro, el punto en donde cayo y estalló la bomba atómica, la Fat Man, uno de los dos exterminadores modelos que se inventaron y fabricaron en Los Alamos, Nuevo México. Sufrió quemaduras de tercer grado en su espalda y brazo izquierdo. Sin embargo como también sus nervios habían sido destruidos, no se percató de ellas – no sentía dolor – hasta que una mujer lo vio, le ayudó a quitarle la ropa pegada a su piel y le aplicó aceite de máquina para aliviarlas un poco. Ya, luego, los rescatistas lo llevaron a un hospital, en donde tuvo que permanecer 21 meses boca abajo, con tal de que se le aliviara su espalda de los graves daños que le dejaron las quemaduras. Durante el resto de su vida, hasta sus 88 años, cuando falleció, se volvió un férreo activista en contra de la proliferación nuclear y sus tarjetas de presentación mostraban la foto de él, cuando llegó al hospital, boca abajo, con las terribles quemaduras que sufrió en la espalda, indescriptibles (parecen una masa, entre rojiza y blancuzca, como si fuera un pedazo de carne de res), con una frase que decía “Quiero que ustedes entiendan, sólo un poco, el horror de las armas nucleares” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Sumiteru_Taniguchi).
Y hace unos años, en el 2015, antes que muriera dos años después, Taniguchi accedió a ser entrevistado por el fotógrafo Eugene Hoshiko, de la agencia Associated Press, además de que le permitió fotografiar su cicatrizado cuerpo debido a los permanentes daños y deformaciones que el bombardeo le dejó (ver: https://apnews.com/photo-gallery/nagasaki-bombing-atomic-scars-unhealed-survivor-fc9d5065127732de18db71875a6f9b40).
Esas fotografías son dramáticas, elocuentes. De frente, la piel se le pega a las costillas que le quedaron, pues tres se “deshicieron” y le presionan sus pulmones. “Siempre, desde entonces, me costó trabajo respirar”, decía.
No puede extender completamente el brazo izquierdo, pues por la inadecuada cicatrización, el codo no quedó bien.
Se ve muy delgado, sobre todo de los brazos. Y en su espalda, se ven todavía las cicatrices dejadas por las quemaduras. De hecho, sólo fue hasta 1960, que recibió adecuada atención. Por eso es que siempre tuvo problemas al respirar.
También muestra la foto ya descrita, de él, cuando llegó al hospital. Los doctores, al pasar junto a su cama, se preguntaban si todavía seguía vivo. “Sólo mátenme”, recuerda que pensaba en esos duros momentos en que algo, no sabe Taniguchi qué, lo asió a la vida.
Y es realmente increíble que haya sobrevivido.
Fue director del Nagasaki Council of A-Bomb Sufferers (Concejo de Nagasaki para las víctimas de la Bomba A), organismo desde el que siempre trató de que se eliminaran las armas nucleares, que no siguieran proliferando.
Por desgracia, éstas, siguen siendo una opción militar. Ya se están “modernizando” y construyendo modelos más mortíferos y hasta “inteligentes” (ver: https://www.theguardian.com/world/2024/nov/14/nuclear-weapons-war-new-arms-race-russia-china-us).
Y es absurdo, pues nadie ganaría en un conflicto de ese tipo. Primero, los bombazos matarían a millones y, en seguida, la letal radiación nuclear resultante, produciría un “invierno nuclear”, que acabaría con el resto de lo que hubiera quedado de humanidad.
Para colmo, ya hasta los militares del Pentágono quieren que la Inteligencia Artificial se encargue de operar una guerra nuclear, con los graves inconvenientes que eso traería, de que las máquinas, sin mayor preámbulo, decidieran lanzar los misiles nucleares. Pero Donald Trump (1946) ya es ferviente apoyador de tal aberración y es cuestión sólo de tiempo, de que eso se haga (ver: https://www.wired.com/story/nuclear-experts-say-mixing-ai-and-nuclear-weapons-is-inevitable/).
Esa IA, conectada con las armas nucleares, no tendría las sutilezas que tuvo en su momento el soviético Stanislav Yevgrafovich Petrov (1939-2017), cuando, por iniciativa propia, detuvo un ataque nuclear soviético el 26 de septiembre de 1983, hacia Estados Unidos. Ese, casi inminente ataque, se debió a un error de las computadoras soviéticas, las que, supuestamente, habían detectado que una serie de misiles, hasta sumar cinco, habían sido lanzados desde bases nucleares estadounidenses (ver: https://www.youtube.com/watch?v=8TNdihbV5go).
Esas computadoras dotadas de IA, actuarían, sin mayor preámbulo, lanzando los misiles nucleares requeridos para “ganar la guerra”.
De hecho, el simbólico reloj del Fin del Mundo, que indica cuántos segundos, en su escala temporal, nos quedan, se movió a 100, antes de la media noche, que sería el fin de la civilización. Y el mayor peligro que toma en cuenta, además de la catástrofe climática, que también nos está matando, más lentamente, es un conflicto termonuclear (varios países poseen bombas nucleares, hasta Norcorea, nación pobre, pero bien armada), al que cada vez nos acercamos más y más (no sólo por las bombas, sino porque, por nuestra glotonería energética, se quiere regresar al uso de los peligrosos reactores nucleares, cuyo combustible desgastado, mortal, queda activo incluso por miles de años. Ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2024/09/la-glotoneria-energetica-esta.html).
Y cuando eso, suceda, porque de seguro va a suceder (vean las peligrosas fanfarronadas de Trump y Putin, amenazando con soltar misiles nucleares si sus países “peligran”), entonces, que Ometeotl nos tome confesados.
No vamos a quedar como le sucedió a Taniguchi, quien, aunque quemado, allí quedó y sobrevivió.
No, seremos desintegrados, la mayoría, y el resto quedarán como masas derretidas, amorfas, de lo que antes fueron “inteligentes” seres humanos.
Contacto: studuillac@hotmail.com
Los genocidas calculan alimentos suficientes sólo para mantener vivos a gazatíes
Los genocidas calculan alimentos suficientes sólo para mantener vivos a gazatíes
Por Adán Salgado Andrade
Consideren que sólo nos alimentáramos con las calorías mínimas requeridas para sobrevivir, 1,200 para mujeres y 1,500 para hombres. Eso sería lo menos que tendríamos que ingerir para que no muriéramos y que nuestro organismo todavía pudiera seguir funcionando, digamos, al límite.
Justamente eso es lo que los genocidas judíos están aplicando en Gaza, no sólo en la actualidad, sino desde hace años.
El artículo de The Guardian titulado “Las matemáticas del hambre: cómo Israel provocó hambruna en Gaza”, firmado por Emma Graham-Harrison, expone tal lamentable, mezquina situación, agregando como subtítulo que “Israel controla el flujo de comida en Gaza. Ha calculado cuántas calorías los palestinos requieren solamente para mantenerse vivos. Sus datos muestran que sólo una fracción ha sido permitida” (ver: https://www.theguardian.com/world/2025/jul/31/the-mathematics-of-starvation-how-israel-caused-a-famine-in-gaza).
Abre el artículo con la foto de Lana Salih Juha, una niña de tan sólo cinco años, con desnutrición severa, con los huesos marcándose por todo su cuerpo, así como, en su momento, los cuerpos de judíos encerrados en campos de concentración nazis se veían, todos cadavéricos. Probablemente, los actuales judíos sigan usando esas épocas obscuras como pretexto para ocasionar el inhumano genocidio que estamos contemplando desde hace casi ¡dos años! No es una guerra, como se le ha tratado de llamar, sino un inhumano, terrible genocidio.
Se define como genocidio (del latín, genos, y cide, crimen), de acuerdo con la ONU, a “la deliberada, sistemática destrucción de un grupo nacional, étnico, racial o religioso y puede incluir actos como el asesinato de miembros del grupo, provocando serios daños corporales o mentales, imponiendo deliberadamente condiciones de vida calculadas para llevar destrucción física, imponiendo medidas para prevenir nacimientos o transfiriendo por la fuerza a niños de un grupo hacia otro, todo con la finalidad de destruir a ese grupo completa o parcialmente” (ver: https://www.un.org/en/genocide-prevention/definition).
En efecto, en el caso de Gaza, se están empleando tanto balas, bombas tanques… para asesinar a palestinos, pero también la destrucción de infraestructura de todo tipo (viviendas, oficinas, escuelas, hospitales, agua potable, alcantarillado…), pero ya también a la hambruna, por la cual, hasta el 30 de julio del presente año (2025), han fallecido más de 150 personas, sobre todo, niñas y niños. Ya dos grupos de activistas israelís, B’Tselem y Physicians for Human Rights-Israel, han denunciado que Israel está cometiendo un abierto genocidio en Gaza (ver: https://apnews.com/article/genocide-israel-gaza-human-rights-palestinians-reports-5dc7c99fb0a3e7416564c78986ce7f5f).
Dice Harrison que “las matemáticas de la hambruna son simples en Gaza. Los palestinos no pueden salir del territorio, la guerra ha acabado con la agricultura, además de que la pesca está prohibida. Así que prácticamente todas las calorías que su población ingiere, deben de ser llevadas desde el exterior. Israel sabe cuánta comida se requiere. Ha medido al hambre en Gaza por décadas, inicialmente calculando los cargamentos suficientes para ejercer presión, pero evitando las muertes por hambruna”.
Cita a Ehud Ólmert (1945), primer ministro judío en el 2006, quien señalaba que “la idea es poner a dieta a los palestinos, pero no matarlos de hambre”. ¡Nada más vean qué grado de perversidad!
Si se les proporcionaran 2,279 calorías, ha calculado Cogat, “la agencia israelí que todavía controla las entregas de ayuda a Gaza”, cada gazatí necesitaría 1.836 kilogramos de comida. “Pero actualmente, las organizaciones humanitarias, tan sólo piden 62,000 toneladas métricas de comida deshidratada y enlatada para cubrir las necesidades básicas de 2.1 millones de personas cada mes o alrededor de un kilogramo de comida, por persona, por día”.
Aún ante la evidencia de las pavorosas cifras, los genocidas dicen que la hambruna no existe y que son simples invenciones “propagandísticas”, además de que culpan de que Hamas se roba los cargamentos, “sin evidencia” o de que las fallas de la ONU son las causas de que bultos de comida estén esperando en la frontera para ser entregados (obvio, es una mentira, pues los militares judíos impiden regularmente el paso de camiones hacia Gaza).
Y con tal de que se simule que están buscando llevar alimentos, se creó, bajo los auspicios de Estados Unidos, a la Gaza Humanitarian Foundation, GHF, un tramposo mecanismo de “ayuda alimentaria” que lo único que ha logrado (además de una insuficiente entrega de alimentos), es que muchos de los famélicos gazatíes que tratan de conseguir alimentos en los centros del GHF, hayan sido asesinados.
La ONU calcula que, hasta el momento, casi 1,400 gazatíes han perecido por balazos de los militares, los que buscan cualquier motivo para matarlos (ver: https://news.un.org/en/story/2025/08/1165552).
Por ello es que muchos gazatíes no quieren arriesgarse a buscar alimentos, pues pueden morir. Ya hay varios testimonios de gazatíes asesinados frente a sus familias, como el de una madre que, por buscar comida para sus famélicos hijos, fue asesinada (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2025/06/una-nina-y-un-nino-palestinos-vieron-su.html).
Están los mezquinos judíos empleando a la hambruna como arma, tanto para matar de hambre, como para matar a muchos que intentan buscar alimentos (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2025/05/la-hambruna-otra-arma-que-emplean-los.html).
Señala Harrison que incluso si todos los sistemas de ayuda, incluyendo al GHF, funcionaran correctamente, “sólo se permite la entrada de alimentos mínimos para que no mueran”. Asi que es deliberado que no dejen entrar mayor ayuda que la que evite que mueran masivamente de hambre.
Señala cifras de los propios genocidas de cuánta ayuda de la necesaria es requerida. En marzo, ni en abril, se permitió la entrada de alimentos, para, según, presionar a Hamas, con tal que se rindiera y soltara a los secuestrados que todavía, se cree, están vivos (aquí, debo señalar, como ya lo he hecho en otros artículos, que pareció un montaje el “ataque”, por parte de Hamas, del 7 de octubre del 2023, que asesinó a más de mil judíos que asistían a un concierto y aprehendió a varios rehenes, pues, curiosamente, los sistemas militares judíos de alerta, no estaban funcionando. Yasser Arafat (1929-2004), justamente se refería a Hamas como ‘la criatura de Israel’”. Ver: https://www.tbsnews.net/hamas-israel-war/how-israel-went-helping-create-hamas-bombing-it-718378).
Y en mayo, sólo permitió 32 por ciento de ayuda alimentaria, en junio, 60 por ciento, casi lo mismo en julio.
Es claro que el intento es que sobrevivan como puedan, con algo de lentejas, un poco de harina para que hagan pan o algunas latas. Insisto, imaginen ustedes tan sólo que no comieran en un día. Y ahora, extrapólenlo. Seguramente, muchos tendríamos condiciones que nos provocarían la muerte en pocos días de ayuno. Así están en Gaza, sobreviviendo como cadáveres vivientes la mayoría. Serán los niños, sobre todo, una generación de personas que sufrirán toda su vida del daño psicológico del genocidio y del daño físico por la hambruna. No serán, digamos, normales. Quedarán como una generación perdida, sin futuro (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2025/01/escombros-y-casas-ruinosas-esperan-el.html).
Por la presión internacional, han accedido los judíos a una mínima ayuda extra, que no es suficiente, de todos modos. Varios países han tomado la iniciativa de llevar ayuda con paquetes arrojados en paracaídas desde aviones, “pero no basta, además de que resulta más caro ese método, que el de permitir la entrada de camiones. Y es hasta peligroso, pues muchos paquetes han matado a gazatíes por golpearles la cabeza”, señala Harrison.
Por eso es que familias enteras están sufriendo hambruna, viendo cómo mueren lentamente cada día. Es el caso de la familia Khalidi. Son cuatro chicas, Sabah, de 12 años, Saba, 11, Zeina, 10, Ammera, dos, y dos niños, Mohammed, de 7 años, y Yousef, de 13. Todos están muy delgados. Su madre, Umm Youssef, se arriesga de vez en cuando a ir a los centros de GHF para conseguir comida. “Lo hago por mis hijos, que, mire cómo están de flaco, casi se la pasan acostados, para no debilitarse más de lo que ya están. Antes de esto, ellos eran buenos estudiantes, sacaban buenas calificaciones, pero mírelos ahora. Tratan de vender pulseritas de plástico, pero pocos las compran. Por ellos, me arriesgo, a pesar de que me pueden matar. Y como mi esposo está paralizado por un bombazo, debo de ir sola. Pero, de verdad, esto no está bien, deben de saber esto las autoridades de todo el mundo, para que nos ayuden, pues nunca habíamos sufrido hambre como ahora” (ver: https://www.theguardian.com/world/2025/jul/23/we-faced-hunger-before-but-never-like-this-skeletal-children-fill-hospital-wards-as-starvation-grips-gaza).
Otro testimonio es el de Jamil Mughari, de 38 años, cuya esposa fue asesinada por las bombas y tiene cinco hijos, todos menores de doce años. “Todos mis hijos han perdido casi la mitad de su peso. Mi hija de cinco años, ahora pesa sólo once kilos. Mi hijo Mohammad es puro hueso. Todos mis hijos están así. Yo solía pesar 85 kilos y ahora nada más peso 55. Me hicieron hace poco una cirugía abierta de corazón y eso me hace más difícil salir por comida, pero debo de arriesgarme. Lo hago por mis hijos, ellos son los únicos que me hacen aferrarme a la vida. Y no sé si por reconocernos como Estado, nos ayude, no veo la diferencia, la verdad. Yo lo que deseo es que ya termine esto y que nos ayuden, por favor, porque ¡estamos muriendo!” (ver: https://www.theguardian.com/world/2025/aug/02/gaza-famine-starvation-crisis-israel).
Tanto sufrimiento, de todos modos, no ha evitado que se estén formando pandillas de gazatíes que, en efecto, son ellos y no Hamas, los que están robando los cargamentos de comida (incluso, el genocida Benjamín Netanyahu – 1949 –, ha reconocido recientemente que se han valido de esas pandillas para ayudar al genocidio). Y esas pandillas lucran con los alimentos, los venden, no los regalan, como deberían de hacer si tuvieran un poco de ética, pero no la tienen (ver: https://www.theguardian.com/world/2025/jun/29/medical-staff-struggle-gangs-fight-aid-supplies-gaza).
Otros camiones son asaltados por desesperados, hambrientos gazatíes y eso también impide que la ayuda llegue a los centros de distribución (ver: https://www.theguardian.com/news/2025/aug/01/the-crunch-how-desperate-palestinians-are-struggling-to-find-food-and-aid-in-gaza-ntwnfb).
Y sumen a todo eso que los hospitales casi no pueden ayudar a la gente, pues no cuentan con alimentos suficientes, ni siquiera para el personal, como médicos y enfermeras (ver: https://www.youtube.com/watch?v=my7UIX9Z0bs).
Esa es la terrible situación de la hambruna en Gaza, que agrava más la terrible situación de un genocidio que lleva ya casi dos años, ante la indiferencia de países que podrían realmente forzar a Israel a detenerlo, tales como Estados Unidos o Inglaterra. A, pero, eso sí, le han proporcionado todas las bombas, balas, tanques y bombardeos con que los genocidas han asesinando a más de 60,000 gazatíes.
Hay hambruna en otros países, como en Sudán, por ejemplo, o en Somalia, pero en el caso de Gaza, es una situación creada por genocidas, con toda la intención de seguir asesinando a gazatíes.
¡Malditos sean los judíos!, como decía el gran Hugo Chávez (1954-2013).
Contacto: studillac@hotmail.com